A lo largo de la existencia del hombre, se han dicho miles de afirmaciones filosóficas sobre la importancia de las artes, una de ellas y con la que me gustaría empezar en este breve texto es: “El arte como expresión del alma”. Esta frase es sumamente importante para mi ya que resuena en mi interior cada vez que la escucho o leo.
¿Qué es el alma?
La definición formal menciona que es una:
“Entidad abstracta tradicionalmente considerada la parte inmaterial que, junto con el cuerpo o parte material, constituye el ser humano; se le atribuye la capacidad de sentir y pensar”. (Oxford Languages)
Y en determinadas creencias religiosas, es la parte inmortal y espiritual del ser humano que se separa del cuerpo tras la muerte de la persona. Personalmente para mí el alma se asocia con la consciencia, ella es la que determinaría como actuamos y cuanto remordimiento tenemos tras accionar mal o cuan plenos nos sentimos por actuar bien. Si fuera así “la expresión del alma” sería la voz de tu consciencia, esa que te guía y te dice como deberían ser las cosas según tus propias vivencias, otros lo llaman la “voz de Dios”.
Es así que los artistas usan los recursos que tiene disponibles para recrear su perspectiva del mundo y reflejar la voz de su consciencia de una forma que podría ser innovadora, así como, podría encasillarse dentro de una corriente ya existente. Es allí donde un Vicent Van Gogh pintó “La noche estrellada” en un momento crucial de su vida, mientras se encontraba recluido voluntariamente en un asilo psiquiátrico. Muchos análisis de la obra la asocian con la expresión de su emocionalidad, mientras otras hablan de expresiones de un imaginario anticapitalista romántico como menciona el historiador del arte Stephen F Eisenman:
“La obra es en parte un ensueño sobre un futuro utópico pasado en la imaginaria integridad social de un pasado más sencillo” (Cultura Genial)

Entonces no se trata solo de vivencias sino de lo que un artista podría proyectar del mundo. Lennon por un lado imaginaba un mundo de paz y sin guerras en “Imagine” y reflejaba el contexto por el que estaba pasando la sociedad en plena guerra de Vietnam. Sin ir muy lejos los No se Quien y No se Cuantos escribían líricas que mencionan la corrupción y los actos terroristas de los noventas en el Perú. Logrando conectar con las vivencias de la gente y recordando esos momentos no solo como lo duro y triste que fue, sino que funcionan como recordatorio de lo que el ser humano vivió y que puede trascender a través del arte.
Para culminar este corto texto, cabe resaltar que el arte funciona como catarsis para el cotidiano de la gente y del artista mismo, desde el hecho de esperar el fin de semana para ir a la discoteca y bailar canciones con letras que tienen alto contenido sexual para saciar esos deseos primitivos muchas veces reprimidos o escuchar canciones románticas que hablan del desamor para sanar ciertas heridas tras una vivencia compleja de pareja o el escuchar una canción que recuerde a un familiar querido que te permite llenarte de felicidad al saber que viviste buenos años a su lado. Finalmente el arte permite conectarnos con lo más primitivo y sofisticado del ser humano: el alma.
Por: Lucho Benzaquen
17/01/2021