Perspectiva para escuchar música

Cada contexto nos invita a estudiarlo, a ponerlo en perspectiva, analizar todos sus ángulos y posibilidades. Algunas historias saben más amargas y a veces caemos en la definición de una belleza marcada por el efecto dominó, controlado principalmente por modas o tendencias que obedecen a fines comerciales, códigos culturales y mentalidades colectivas, patrones de reconocimiento guiados por la repetición y/o reacciones kinestésicas. Por eso, quiero enfatizar en el rol que juega la apertura de los sentidos y los modos para conectarse con ellos.

Es trascendental creer en la humildad para escuchar y visualizar las ideas, colocarse en planos más profundos que podrían involucrar arrojar al autor hacía otros abismos. El poder de la interpretación es un privilegio que cada uno ha heredado. Por lo tanto; ¿hasta qué punto somos responsables de la impresión del ADN que todos tenemos en común?

No se trata de imponer cómo lo transmitimos, se trata de proponer nuevas formas que desafíen el recuerdo.

Para la convergencia del crecimiento personal y musical, es un privilegio alcanzar estados que nos descubran y desnuden, que nos despojen de nuestras típicas herramientas con las que nos cubrimos habitualmente. Ser intrínsecos y conscientes de nuestras limitaciones nos da la posibilidad de deconstruirnos y redefinirnos constantemente en el tiempo. Si son emociones las que nos conmueven independientemente de la complejidad, cantidad de notas u otros que pueden ser máscaras de la percepción (como lo son también los prejuicios), podremos involucrarnos en la combinación de los valores externos e internos para elevarnos a niveles de entendimiento muy potentes. Es decir, cada uno es responsable de definir la línea que nos dirija a una felicidad con equilibrio, donde podamos apropiarnos del vaivén emocional que nos genera la polaridad del día a día.

Para verlo en una perspectiva totalmente distinta, la sinergia que se genera entre lo académico y lo emocional, forma parte del bagaje que nos ayudará a comprender la aparición de fuerzas sobrenaturales que la música nos regala; este es un recurso creativo e ilmitado del lenguaje musical, pues nos entrega formatos que uno mismo encuentra cuando se aproxima a la contextualización del mundo de la investigación, de la composición, producción e interpretación. Además, existen también los aspectos técnicos que nos otorgan herramientas para dicha comprensión y pueden servir como referencias, tal como la ecualización, compresión, efectos de reverberación, delay, modulación y más. Solo hay que darle motivos para realzar su importancia, adentrarse en su naturaleza y en la relación que tiene con otros elementos. Es ahí entonces cuando nos atrevemos a describir el silencio como una nota musical y no como escasez. Concebimos así que la ausencia es un proceso tan natural como el hecho de respirar, dicho de otra manera; difumina la idea de que los recursos son limitados.

Nuestras mentes tienen patrones infinitos que debemos entrenar y recrear constantemente (o reestructurar) para escuchar música. Uno decide hacia qué abrirse. Si no es un timbre determinado, podríamos encontrarlo en un ritmo, una historia, una buena combinación sonora o en la poesía. La anulación de la esencia de un artista puede convertirse en el dispositivo que active una reacción egocéntrica la cual podría transformar nuestra percepción tornándola vacía si no la perfeccionamos.

Hoy como todos los días podemos tomar decisiones que nos den la posibilidad de sumergirnos en un mar de emociones musicales, para hablarlas, leerlas y contarlas desde nuevos estímulos y así se refuercen todas las variables posibles que la música nos obsequia.

Por: Toño Santiváñez
27/07/2020

Álbum “Ámbar”
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