Infinidad de razones definen nuestro propósito.
De qué manera tomamos decisiones si no a través de la particular forma en la que somos guiados y atravesados por ese cúmulo de razones que nos definen. El proceso que sigue, por el cual interiorizamos y hacemos nuestras esas razones deviene incluso de la forma particular en que algunas de ellas estremecen nuestro cuerpo y se convierten en sensaciones o en sentimientos. Lo posterior es conocido; luego la mente se encarga de esculpir los sustentos.
La experiencia de la música nos habita, nos aborda, nos desborda, pero a la vez, nos contiene y nos sostiene. La música abre en nosotros un mundo Otro, como leí en algún lugar; “…estamos destinados a musicalizarnos” pues la música no nos reduce, más bien nos engrandece. La música nos rescata.
Nos preguntamos todos ¿Qué sería del mundo sin el arte? especialmente de uno que no tiene control, que prescinde rápidamente del arraigo, que banaliza los vínculos y eventualiza los sucesos importantes o los convierte en itinerantes, uno que ahora está orientado por las pequeñas decoraciones que la pandemia pinta día a día. Es decir, vivir siendo testigos y protagonistas de una pandemia nos ha otorgado reflexiones profundas sobre nuestros estilos de vida y sobre los elementos que la componen. En este sentido, preguntarnos por el arte y sus expresiones ha cobrado una importancia distinta. Lo que se espera de las artes es que nos ayuden a encarar los abismos, que nos enseñen a decorar la rutina, evadir las crisis o enfrentar nuestras fragilidades y abrazarlas, nos reconcilia con lo que hemos sido y tiende un puente hacía lo que queremos ser. Nos ayuda a hacerle frente a la incertidumbre. El arte es el aliado de la libertad.
Este contexto nos permite no solo apreciar el valor individual que el arte denota, sino también su valor social.
¿Realmente qué nos falta o qué podemos aportar a la industria musical? Definitivamente, son pocos los recursos a los que podemos acudir para gestionar proyectos emergentes. Creo que es el momento de entender el rol que el riesgo debe tomar hoy en nuestras decisiones — recordemos la situación a la que nos expuso el surgimiento de la piratería hace más de 20 años y la forma en cómo logramos convivir con el “do it yourself”.
El propósito cultural que le damos a nuestros proyectos es tan importante como la formalización de nuestras ideas de gestión, esto recae directamente en los que tienen conocimiento de los estímulos económicos que se han promovido en los últimos 10 meses. No obstante, el trasfondo real parte de las necesidades con valor social vs. el valor económico que surgen a debate. La música tiene rasgos distintivos que reafirman nuestra identidad y que promocionan las necesidades intrínsecas en nuestra sociedad, y es evidente como el sistema de recaudación como El Ministerio de Cultura, APDAYC, SONIEM, UNIMPRO, entre otros, deben sostener este pilar de la construcción de la felicidad peruana, así como lo hacen con otras actividades como el deporte y lo que hoy por hoy tiene una vitrina principal de exposición.
¿Por qué no se promueve la música en las radios como lo hacen en Argentina? ¿Cuáles son los intereses reales que esconde nuestro país a pesar de haber talento y mucha oferta? ¿Por qué se ignoró la ley para imponer cuotas de música nacional a las radios? Un dato importante a mencionar es que en el 2012 se realizaron esfuerzos con el proyecto de Ley de Promoción de la Música Nacional, donde Sergio Tejada llevó al congreso una propuesta que pide “no menos del 35% de Música Nacional”.
Al respecto, me apoyaré en las estadísticas expuestas líneas bajo para evidenciar una necesidad no cubierta:
-Radio Mágica/ Promedio de canciones por día: 370 – Música nacional: 0%
-Radio Doble Nueve/ Promedio de canciones por día: 320 – Música nacional: 1%
-Radio Oxígeno/ Promedio de canciones por día: 285 – Música nacional: 3%
-Radio Planeta/ Promedio de canciones por día: 320 – Música nacional: 0%

Si la demanda se puede crear con una industria como la nuestra y miles de empresas empiezan desde 0 con un nicho específico, identifiquemos cuáles son los factores principales que afectan la sostenibilidad de proyectos musicales emergentes:
-Escasas vitrinas de exposición: radios, tv., que además generan regalías para el compositor y autor como derechos de sincronización.
-La formalización de artistas para generar dinero con derechos de autor y derechos conexos, ya que el 85% no pertenece a ninguna asociación de gestión colectiva (cifra de una encuesta realizada a 759 proyectos relacionados la música de 21 provincias del Perú por APEMM).
– Escasas fuentes de financiamiento para la autogestión en plataformas digitales y tradicionales donde se realizan varias actividades como: lanzamientos de contenidos gráficos, arte del disco, styling, promoción digital / tradicional, videos musicales, fotos, grabación de disco, mezcla, mastering, ingeniero de sonido, luminotécnicos, y más.
-Auspicios para generar iniciativas sociales y culturales.
A pesar de todo este panorama, no tenemos respuestas contundentes y efectivas más que la repetida iniciativa que nos remite a la única y misma alternativa de siempre; <<cómo realizar eventos digitales>> que generalmente está dirigida a agrupaciones con públicos consolidados.
Las vitrinas están hechas para sustentar espacios culturales, pero no para sostenerlos en el tiempo (más de 1-2 años). La seguridad del músico está en juego y debemos analizar lo que se promueve como alternativa de solución a su realidad y condición actual y qué tan efectivas son estas iniciativas.
Les comparto lo que ha promovido el Ministerio de Cultura en agosto del 2020 aproximadamente como para dar un ejemplo.
Al día de hoy, ¿estas vitrinas son sostenibles en un contexto de pandemia, en una realidad como la de nuestro País?
Se gestionó lo siguiente:
1. Sostenimiento del trabajador cultural independiente a través de organizaciones culturales.
2. Sostenimiento de organizaciones y espacios culturales.
3. Replanteamiento de ferias, festivales y festividades.
4. Replanteamiento de la oferta de bienes, servicios y actividades culturales.
5. Iniciativas colectivas para el fortalecimiento de la memoria comunitaria.
6. Iniciativas colectivas para la obtención de recursos materiales para la realización de prácticas del patrimonio cultural inmaterial.
7. Iniciativas colectivas para la promoción y difusión de arte tradicional en plataformas digitales o redes sociales.
8. Iniciativas colectivas e individuales para la creación y promoción de contenidos audiovisuales de danza y música tradicional.
Finalmente, y redondeando la idea inicial; todos nuestros propósitos alineados al ejercicio del arte tienen un sustento intrínseco tan fuerte y necesario que es imposible negar el impacto que deja en el día a día deja de las personas. Nuestra creación es un mecanismo que le da al oyente herramientas para reconocerse y reconocer al resto. La música nos da la capacidad de contemplar el mundo, de sanarnos con ella y darle potencia a los discursos que reprimimos. Nuestros formatos artísticos tienen un valor individual y social que deben ser respetados y valorados también por la cantidad de personas que viven de ellos. Se debe velar por la necesidad de garantizar que estas cuestiones ocupen el lugar que merece en los debates de promoción del arte y su gestión en el país. Tenemos la responsabilidad colectiva de impulsar la industria, pero también de solicitar la viabilidad para nuestro ejercicio.
Por: Toño Santiváñez
09/02/2021